viernes, 12 de noviembre de 2010

¿Te has dado cuenta que todos los días llueve?

12 de noviembre del 2010.


Tal vez suene estúpido, pero así es. La lógica de la vida cotidiana cegada por el aburrimiento nos engaña tanto, que hemos dejado de ver y de escuchar verdaderamente. Yo lo aprendí recién, al estar adormecido de cansancio en el parque que está frente al departamento.

Inició como un cosquilleo en los ojos, un cosquilleo que forzó tallarlos tan fuerte y de tan prolongada manera que, al quitar las manos de mi rostro y abrir los ojos, noté un clima oscuro con nubes negras sumamente cargadas de rabia contra la tierra. De pronto, como si fuera necesario para lograr rescatar a la naturaleza de último minuto, cayó una lluvia de la nada, tan estrepitosamente, que sorprendió a todos los animales del parque.

A decir verdad, yo no supe qué hacer. No supe si correr como el resto de los hombres o quedarme allí sentado por primera vez no huyendo de las respuestas propuestas por la naturaleza. Miré a mí alrededor confusamente y el agua venía más y más sobre mi cabeza. Un aturdimiento recorrió mi cuerpo de pies a cabeza. Me paré en seco, caminé algunos metros y me posé debajo de un frondoso árbol.

Desde allí podía ver todo. El cielo unido a la tierra por el agua. Las cascadas cayendo por las casas a la vez que sonaban fuertemente al pegar con el piso. Los ríos sobre las calles que se llevaban restos de la miseria de la ciudad. Las gotas magníficas caían como complaciendo a la tierra. Fue un momento espectacular sin duda. La capacidad de asombro, estoy seguro, no se la vendo a nadie.

Acaso vi a unas pocas gentes con el pasar del tiempo. Huyeron como ratas a su escondite cuando son sorprendidas por sólo una brizna de aire. La humedad permeó mis sentidos y atascó mis poros. Mi nariz aspiraba el aire frío y humedecía mi garganta.

Todo era tan hermoso. Y lo más sorprendente es que si observamos detenidamente, puede llover todos los días.

Mientras tanto, yo estaré caminando largos tramos tratando de escuchar el silbido de viejos pájaros que alegraron lo pasos sensibles y pacíficos de mis antepasados.