domingo, 27 de septiembre de 2009

Jacob, Recuerdos de un rebelde.


“La historia del pensamiento humano es similar a las oscilaciones del péndulo. Luego de un largo periodo de sueño ocurre un despertar y entonces se libera de las cadenas con las que los gobernantes, magistrados y clérigos la habían atado. Critica severamente lo que se le enseñara y desnuda la vanidad de los prejuicios religiosos, políticos legales y sociales. Investiga, va por caminos desconocidos, hace ricos descubrimientos imprevistos y crea nuevas ciencias”

Piotr Kropotkin.


Bernard Thomas.

Señores:

Ahora saben quién soy: un rebelde que vive del producto de sus robos. Además, he incendiado varias residencias y defendiendo mi libertad contra la agresión de agentes del poder. He puesto al desnudo toda mi existencia de lucha, que someto como problema a sus inteligencias. Como a nadie reconozco el derecho a juzgarme, no imploro perdón ni indulgencia. No imploro a aquellos a quienes odio y desprecio. Ustedes son los más fuertes; dispongan de mí como lo crean justo. Envíenme a presidio o a paredón; poco importa. Pero antes de separarse, déjenme decirles unas últimas palabras. (...)

Ustedes llaman a un hombre ladrón o bandido; aplican contra él los rigores de la ley sin preguntarse si podía ser otra cosa. ¿Se ha visto jamás a un rentista volverse ladrón? Confieso no conocer ninguno. Pero yo, que no soy rentista ni propietario, que no soy sino un hombre que no posee más que sus brazos y su cerebro para asegurar su conservación, he debido seguir otra conducta. La sociedad no me concedía más que tres medios de existencia: el trabajo, la mendicidad y el robo. El trabajo: lejos de repugnarme, me agrada. Incluso el hombre no puede pasar sin trabajar: sus músculos, su cerebro, poseen una suma de energía a invertir. Lo que me ha repugnado es sudar sangre y agua por la miseria de un salario; es crear riquezas que me han hurtado. En una palabra, me ha repugnado abandonarme a la prostitución del trabajo. La mendicidad es el envilecimiento, la negación de toda dignidad. Todo hombre tiene derecho al banquete de la vida. El derecho a vivir no se mendiga, se toma.

Robo es restitución, recuperación. Antes que verme encerrado en una fábrica, como en un presidio; antes que mendigar aquello a lo que tenía derecho, he preferido rebelarme y combatir frente a frente a mis enemigos haciendo la guerra a los ricos, atacando sus bienes. Me doy cuenta, claro está, que ustedes han preferido que me sometiera a sus leyes, que como obrero dócil y domesticado creara riquezas a cambio de un salario irrisorio, y que con el cuerpo gastado y el cerebro embrutecido fuera a reventar en cualquier esquina.

Entonces no me llamarían "cínico bandido", sino "honrado obrero". Con halagos, me habrían otorgado incluso la medalla al trabajo. Los curas prometen a sus incautos un paraíso; ustedes, menos abstractos, les prometen un pedazo de papel.


¡Mucho les agradezco tanta bondad, tanta gratitud, señores! ¡Prefiero se un cínico consciente de sus derechos antes que un autómata, una cariátide!

Desde que tuve dominio de mi conciencia, me dediqué sin escrúpulo alguno a robar. No comparto su pretendida moral, que predica el respeto a la propiedad como una virtud, cuando no hay peores ladrones que los propietarios.

Señores: dense por satisfechos de que éste perjuicio haya arraigado en el pueblo, ya que ese es su mejor policía. Conociendo la impotencia de la ley -mejor dicho, de la fuerza- han hecho de él el más sólido de sus protectores. Pero tengan cuidado: todo termina. Todo lo que es construido, edificado por la fuerza y la astucia, la astucia y la fuerza pueden demolerlo.

El pueblo evoluciona todos los días. Imagínese que enterados de éstas verdades, conscientes de sus derechos, todos los muertos de hambre, todos los indigentes, en una palabra, todas las víctimas de ustedes, se armen de una pala y vayan al asalto de sus viviendas para recobrar las riquezas que ustedes les robaron...¿creen ustedes que así serían más desdichados? Opino lo contrario. Si reflexionaran bien preferiría correr todos los riesgos antes que engordarlos a ustedes mientras gimen en la miseria. Se dirá ¡la cárcel... el presidio, el paredón! Pero ¿qué son estas perspectivas comparadas con una vida de embrutecimiento, compuesta por todos los sufrimientos? El minero se disputa su pan en las entrañas de la tierra, sin jamás ver brillar el sol, puede perecer de un instante a otro, víctima de una explosión de gas; el plomero que peregrina por los techos puede caer y quedar despedazado; el marinero sabe cuando parte, pero ignora si volverá a puerto. Muchos otros obreros contraen, ejerciendo su oficio, enfermedades fatales, se agotan, se envenenan, se matan creando para ustedes; incluso los gendarmes, los policías, sus lacayos, a cambio de un hueso que les dan a roer, hallan a veces la muerte en la lucha que emprenden contra los enemigos de ustedes.

Empecinados en su estrecho egoísmo, ustedes siguen siendo escépticos a esta visión ¿verdad?

Parecen decir que el pueblo tiene miedo... Lo gobernamos mediante el temor a la represión; ¡si grita, lo arrojamos a la cárcel; si rabia, lo deportamos a presidio; si se agita, lo guillotinamos! Mal calculado, señores, créanme. Las penalidades que ustedes aplican no son un remedio contra los actos de rebelión. La represión, muy lejos de ser un remedio, un atenuante siquiera, no es más que una agravación del mal.

Las medidas restrictivas no pueden sino sembrar el odio y la venganza. Es un ciclo fatal. Por lo demás, desde que ustedes cortan cabezas, desde que llenan las cárceles y presidios, ¿han impedido que se manifestara el odio? ¿Y? ¡Contesten! Los hechos demuestran su impotencia. Por mi parte, ya sabía que mi conducta no podía conducirme sino al presidio o al paredón. Ya ven que eso no me impidió actuar. Si me dediqué al robo, no fue en busca de beneficios ni de lucro, sino por una cuestión de principios, de derecho.

He preferido conservar mi libertad, mi independencia, mi dignidad de hombre, antes que hacerme artesano de la riqueza de un amo. En términos más crudos, sin eufemismos, he preferido robar a ser robado.

Claro está que yo también repruebo que un hombre se apodere violentamente y con astucia, del fruto del trabajo del otro. Pero es precisamente por eso que hice la guerra a los ricos, que roban sus bienes a los pobres. También yo quería vivir en una sociedad de la cual estuviera proscrito el robo. No apruebo el robo, ni lo he utilizado sino como medio de rebelión, apto para combatir el más inicuo de los robos: la propiedad individual.

Para destruir un efecto, es necesario antes destruir la causa. Si hay robo, no es sino porque hay abundancia de una parte y escasez de la otra; porque todo pertenece a unos pocos. LA LUCHA NO SE EXTINGUIRÁ HASTA QUE LOS HOMBRES COMPARTAN ALEGRÍAS Y DOLORES, TRABAJO Y RIQUEZAS, HASTA QUE TODO PERTENEZCA A TODOS.

Anarquista, revolucionario, hice mi revolución; ¡que venga la Anarquía!

pág. 203-206 del libro de la ed. Txalaparta
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Conocido anarquista francés, el legendario Marius Jacob, fue un militante obrero que se orientó hacia una delincuencia de signo político y que trajo en jaque a la policía francesa de principios del siglo XX por la especialización tan alta de su trabajo. Fue juzgado por cometer más de 150 golpes y pasó más de dos décadas encarcelado en la Guayana francesa, dónde sus intentos de fuga estuvieron a la altura del resto de su aventurera vida.

jueves, 24 de septiembre de 2009

Amanece en la Ciudad.


 23 de enero del 2006.

"No sacrifiquéis la felicidad de hoy a la felicidad futura. Disfrutad del momento, evitad toda unión de matrimonio o de interés que no satisfaga vuestras pasiones desde el mismo instante. ¿Por qué ibais a luchar por la felicidad futura, si ella sobrepasará vuestros deseos, y no tendréis en el orden combinado más que un solo displacer, el de no poder doblar la longitud de los días, a fin de dar abasto al inmenso círculo de goces que deberéis recorrer?".

Charles Fourier. Aviso a los Civilizados respecto a la próxima Metamorfosis Social.

¡Deja de gritar! Le dice el joven a su mujer mientras la toma del pelo y le jala la cabeza tan fuertemente que la chica sólo se muerde los labios y susurra diciéndole que nunca existió aquel hombre con el cual, cuentan los chismes de voces de los vecinos, lo engañó al dejarlo entrar un día por la tarde y quedarse por toda la noche mientras él trabajaba en el turno de la noche.

¡No me interesan tus respuestas! Ya lo había imaginado desde hace mucho, -esto le grita a la joven ante el desinterés de los pequeños niños- desde que te conocí que me cegó tu pinché cuerpo de zorra que nunca se pudo estar quieto ¡no es así!

La chica ya no respondió las injurias, pues ya sabía que una mujer –según el hombre y por desgracia también muchas mujeres-, como en muchos otros asuntos, nunca tiene la razón, y todo en este mundo le da la espalda porque la boba sociedad así nos hace.

La vecindad donde vivía esta pareja de jóvenes nuevamente se dejaba envolver por gritos de ignorancia y murmullos de injusticia, por cierto, los vecinos sólo se desesperaban porque no los dejaban dormir.

-¡Ésa chamaca otra vez metió a otro!-

-¡Hasta que la maten se va a calmar!- Se dejaban oír estos comentarios tras paredes mientras el frío arreciaba y se mostraba como es realmente cuando encuentra un lugar que se preste: mortífero e infame.

Exhausto, el chico, decide soltarla de los hombros y ella, inmediatamente, sale corriendo y se encierra en el único lugar que la puede salvar por el momento: el baño. Él le patea la puerta gritándole que mañana mismo se larga con una mujer que cuide bien a sus hijos y no esté solamente pensando en acostarse con todos los pinches hombres.

Entonces, de súbito, la chica salta de furia para salir y encarar esta absurda amenaza, pero, al instante, cae desmayada por el esfuerzo físico y, sobretodo, psicológico al que se vio sometida toda la noche.

Amanece en la ciudad y la chica abre los ojos por el llanto producido por uno de sus hijos que está sentado en la cama pidiendo a gritos a su papito que se había dio a la primera hora de la mañana seguramente bien perfumadito y con la loción aplicada al por mayor. Entonces nuestra joven lo toma entre sus brazos y por su mente pasa el darle un jalón como reprimenda por lo que acaba de decir, pero desiste y de un impulso sorprendente la abraza, cayendo juntas a la cama y, soltándose en llanto, pidiéndole a dios que hoy él no llegue enojado...

¿Que por qué estoy Siempre de Malas?


08 de agosto del 2007.



En el reino de los fines, todo tiene un precio o una dignidad. Aquello que tiene precio puede ser sustituido por algo equivalente; en cambio, lo que se halla por encima de todo precio y, por tanto, no admite nada equivalente, tiene dignidad.
Kant.

No lo sé, pero tal vez sea por...

Este encierro, reducido de conocer y experimentar las tantas cosas que están allá afuera, ya sean cosas malas o ya sean cosas buenas, el problema aquí, es experimentar.
No, no es por eso…

Ni tampoco creo que sea por estar en una familia donde yo soy el extraño que vive a costa de todos y se niega –según ellos- a madurar, “tratar de ser más ellos y menos yo”, dicen; como si madurar fuera solamente buscar un lugar en un barco donde haces lo imposible por tratar de ser idéntico a todos, o sea, el mismo vestir, el mismo actuar, el mismo pensar, las mismas metas, las mismas ambiciones, en resumen, madurar, según dicen, es tratar de buscar formas de chingar a los demás, esto es madurar, para mi, necesariamente, es morir lentamente.
No, no creo que sea por esto mi actitud…

Ni tampoco creo que se deba a la rutina diaria, donde en el viaje hacia tu destino, ves rostros condenados a la esclavitud voluntaria, sucios gestos, como si te escupieran con frialdad y sin vacilar a la cara, con sus falsos ademanes que buscan ser parte de una categoría a la cual ni ellos pueden acceder. No lo creo, no es por esto……

O tal vez se deba a la homogeneidad de la ciudad, tanta y tanta gente, tanto y tanto concreto, tanto y tanto asfalto, mezclado con tierra y polvo y donde respiras humo directamente de los tantos y tantos malditos autos, donde el cielo es una gran capa gris de basura humana que se esparce como una plaga que a veces siento que es inacabable, todo esto parece una sucia y desgastada foto repetida millones de veces mientras miras por la ventanilla desgastada del autobús.
No, tampoco creo que se deba a esto mi molestia…

Entonces pienso que se debe a todas aquellas sonrisas fingidas que me encuentro cotidianamente, donde lo único que me muestran es un llanto interno trémulo y estremecedor, donde su sonrisa es un grito de auxilio y a la vez de lástima para que alguien se apiade y los asesine.
¡Espera! No temas, pues esto tampoco es…

Espérate tantito, creo que es porque los encargados de darnos conocimiento, no lo hacen, y algo peor, ¡nos pegan lo imbécil! Y mientras, todos gritan y los adulan, sin darse cuenta que ellos representan el principio de nuestro fin.
Pero pensándolo bien, no, tampoco es esto…

¡Ya sé!, es porque entre más encuentro conocimiento, más me siento ignorante.
No, mucho menos es esto, hoy soy tan ignorante…

Tal vez sea por los engaños a los que caemos constantemente por la tonta esperanza de que nos darán “un mejor porvenir”, mentiras, engaños, infamias, descréditos, odio, avaricia, poder; la mierda atrae a la mierda, a esta mierda, tan cotidiana, tan digerida, en fin, tan nuestra.
No, menos se debe a esto, pese a que estoy de acuerdo con ello…

Tal vez se deba a que he decidido que mi futuro es incierto, caminando por aquí y por allá, buscando mi sitio en un lugar donde quizás no esté, o quizás nunca estuvo y entonces me encontraré perdido en un mundo donde realmente nunca me encontré, ¡que irónico!.
No, tampoco es esto, pues no lo entendí bien, y ya me canse……

Sabes querida, pensándolo bien creo que no tengo razones para estar siempre de malas, pues bien, entonces sonreiré y viviré tan igual a todos que tal vez algún día me confundas con algún imbécil superficial o simplemente me olvides, jamás te culparé…