viernes, 27 de febrero de 2009

Epístola Fabril.



06 de abril del 2003.
Año del inicio.





Cuando uno sabe para lo que sirve todo lo que da la tierra, y sabe lo que han hecho los hombres en el mundo, siente uno deseos de hacer más que ellos todavía: y esa es la vida. Porque los que están con los brazos cruzados, sin pensar y sin trabajar, viviendo de lo que otros trabajan, esos comen y beben como los demás hombres, pero en la verdad de la verdad, esos no están vivos.
José Martí.



Querida Viridiana:

Comenzaré diciendote felizmente que hoy es un día muy especial para mi, ya que me acabo de enterar que fui aceptado en cierta gran escuela y esto tiene que cambiar radicalmente mis planes a futuro, pues antes de saberlo planeaba seguir con mi historial obrero hasta septiembre del presente, en cambio, ahora, planeo irme de viaje dentro de mes y medio a la casa de mis abuelos en Puebla, sí, un lugar de esos donde todo es mágicamente color verde y no gris del cielo y negro del sucio asfalto en esta ciudad donde por los próximos cuatro meses ya nada me ata ni mucho menos el amor que me volvió a dar otro golpe, de esos mortales, de los que cuando te das cuenta ya estas tirado en la lona con el conteo del referí a punto de llegar a diez y su grito de ¡fuera!. Tal vez pienses, como siempre, que las mujeres vienen y van por mi vida, tal vez sea cierto, pero esta vez dolió.

Éstas casi cuatro semanas que llevo trabajando, te confío mi estimada, han sido duras físicamente, pero me atrevo a decirte que esto se ve superado por el dolor y el sometimiento psicológico porque, sabes, para ser obrero tienes que renunciar a muchas cosas y, sobretodo, si tienes unos ideales como los míos, esto sale mucho peor y se incrementa exponencialmente. Por cierto, tu dignidad se va por las coladeras a la vez que lavas tu sucio rostro en el lavabo del baño con agua maloliente atascada de cloro que arde al instante del contacto. Es gracioso porque cuando me quejé, me dijo el encargado que debo ser agradecido ya que antes ni agua había. ¡¿Agradecidos con ellos?! ¡Qué hijo de perra!

Sabes mi estimada, la rutina en esta fábrica es lo peor de todo, esta me corroe el cerebro como un maldito virus, que va dejando rastros de sangre y carne hedionda. Además, absolutamente todo es predecible: tal persona esta sentada ahí de tal hora a tal hora, este pendejo pasa a vigilarme a esta hora como a tal hora, el mismo pendejo vuelve a pasar para ver si ya volví a empezar a trabajar después de comer y a presionarme que me apresure, en fin, te digo que esta vida ya no es vida encerrado, aunque sea por ocho horas, en esta fabrica donde se hacen tapas de plastico, y como pilón, se matan almas. En estas condiciones uno se da cuenta que tan frágil es y que muchas cosas comparadas con el ser obrero son simples juegos de niños.

A veces, no sé ni cuándo se hace de noche, sólo me da un indicio un pequeño hilo de luz que se filtra por el ventilador que da hacia afuera de la fábrica. Sé que a los patrones no les importa lo que experimentemos ni mucho menos sus desagradables consecuencias. Por ejemplo, el dueño de la fábrica es un maldito junior que cuando ve que algo sale mal, arremete a gritos e insultos (es la verdad, no te lo invento) contra, según él, los únicos responsables, cuando muchos de estos errores son producto de fallas colectivas. Este tipejo no vacila en la edad, ni en el sexo de las personas, sin ningún escrúpulo insulta tanto a hombres de edad avanzada como a chavitas de diecinueve o veinte años. Lo que más me da rabia es que lo hace a sabiendas de que ellos no le pueden contestar. Este engendro del capitalismo cree que hasta el respeto les puede comprar con una miseria de sueldo. Destroza ilusiones y los sueños de progreso de esta pobre gente, mientras por otro lado les acaricia la cabeza a los que dan su vida por producir excedentes que se traducirán en más ganancias para él, diciéndoles que “son la base de este lindo y cuasi perfecto (si no fuera por ustedes, pinches jodidos) sistema” que los acaba y destruye poco a poco sin que se den cuenta.

¿Qué clase de crimen infame habrán osado en cometer todos los obreros del mundo para haber sido condenados a esta más que triste, lúgubre vida? Que más que tener vida, se me figuran miles de Prometeos encadenados. Sabes mi estimada, he pensado mucho y he querido hablar con ellos, pero no me siento muy listo ahora… En fin, no quiero llenar esta carta linda con historias tristes pero verdaderas que queramos o no, son diarias y desgraciadamente no parece nunca acabar. Creo que ya te puse rabiosa a ti también amiga, ¿sabes por qué lo sé? Porque noto tus gestos y comentarios al referirte a ese tipo de personas desagradables para la gente como nosotros que seguimos un camino muy diferente a todos. Creo que es mejor ya despedirme, seguro tendrás muchas cosas que hacer.

Por último, espero que estés muy bien tanto física como psicológicamente y amenazo con visitarte por allá, en nuestra querida alma mater algún día inusitado que no creas que vaya a llegar y ¡zaz! Verás mi feo rostro a lo lejos.

Te mando un beso y un fuerte abrazo, como los sabes dar muy bien.

PD. Ya verás que más temprano que tarde voy a terminar cantando y chiflando esta canción al alejarme poco a poco, como una briza, y para siempre de esta puta fábrica:



¡¡¡A la huelga compañero, no vayas a trabajar,
deja quieta la herramienta, es hora de luchar.

A la huelga diez, a la huelga cien,
a la huelga madre, yo voy también.

A la huelga cien, a la huelga mil,
yo por ellos madre y ellos por mi.!!!

Te Vi Hace Poco Papá.

Septiembre del 2003.



¡Lucha! La lucha es la vida, tanto más intensa cuanto más viva sea aquélla.
Y entonces habrás vívido; y por algunas horas de esta vida no darás años de vegetación en el cieno del pantano.
Lucha para permitir a todos vivir esta vida rica y exuberante, y ten por seguro que encontrarás en esta lucha goces tan grandes, como no los encontrarías parecidos en ningún otro orden de actividad.
Tal es cuanto puede decirte la ciencia de la moral: a ti te toca escoger.
Kropotkin.


Querido padre:

-¡Hola!, ¿Cómo has estado?-

Espera, no te molestes, te digo esto porque es muy de mi costumbre iniciar así las cartas, no obstante sé que estás bien, pues también sé, que siempre fuiste muy noble y humilde y por lo tanto, tu alma seguramente estará tranquila y en paz con la naturaleza que es la verdadera creadora de todo a nuestro alrededor.

Te escribo esto porque me he dado cuenta de que te he visto varias veces en diferentes rostros y en diferentes lugares que siempre me han sido muy comunes. Tu rostro y tu cuerpo son idénticos a la gente que siempre me ha llamado la atención, en verdad, ¿no me crees?, mira atento y sin perder detalle por menor que sea:


Te vi en el cuerpo de un hombre que estaba marcando líneas chuecas en el cemento fresco, aquí, afuera de la casa, estaba como queriendo embellecer algo que ya es muy común y homogéneo; te vi en el cuerpo de un hombre que conducía un camión, deteniéndose cada vez que sonaba ese timbre molesto, y al fondo escuchabas los cláxones de los conductores fastidiados por tu tardanza. También te vi en la tele, en el cuerpo de aquel hombre apuñalado en medio de la calle por desafiar al imbécil portador de una ley absurda y antinatural; la policía lo apuñaló en la espalda y culparon a un vago que iba pasando por allí. Te vi en los ojos tristes y apagados de un inmigrante salvadoreño, guatemalteco, costarricense, nicaragüense, panameño y hondureño que viajaba colgado de los cajones del tren que va para el norte, con la esperanza de cruzar la frontera sin que lo maten a tiros, llevaba sólo una bolsa con su ropa, un galón de agua y una esperanza de aferrarse a la vida por los suyos. Te vi en la cara de aquel preso que pide ser liberado por ser inocente, esta frase que en solo México puede ser cierta, esta frase que hace llorar a su esposa e hijos cuando los obligan a prestarse a los inhumanos cateos antes de entrar a verte.

Te vi en el cuerpo de un hombre, de tantos, parado afuera de una fábrica en busca de un trabajo mal pagado, pero también te vi, a la vez, saliendo de ella aburrido y atormentado por las fastidiosas horas de labor incesante aunada de humillación y hartazgo. También te vi en aquel campesino al cual le pagaban una miseria por horas y horas fatigosas de dedicación a la indiferente semilla que no sabe de la ley de la oferta y la demanda, de la escasez y el excedente, de los mediadores y de los transgénicos etc. Pero también te vi hace un momento en la cara de mis hermanos, que son tú y tú eres ellos.

Pero de todas estas visiones, la más extraña, es la que acabo de tener hace algunos instantes, y es la causa de que te escriba esto. Te vi en ese espejo, con barba y un pequeño bigote, tenías el pelo largo y negro, tu nariz era ancha, tus cejas eran pobladas y tu complexión se notaba delgada. Me miraste extrañado y con lágrimas en tus ojos cafés oscuros, me dijiste: ¡nunca me he ido de tu lado hijo mío! Yo, en ese momento, suspiré y partí tranquilo por el resto de los años por venir…

En resumen, te diré que te he visto en tantos lados, que siento que estás siempre conmigo dentro de cualquier cuerpo malgastado, quemado por el sol y explotado por la culpa de los hombres de siempre, esos hombres que heredé, gracias a hombres como tú, como enemigos.

Sabes, he decidido desde hace algunos años jurar que haré todo lo posible por ayudarte en tus múltiples personas que tomas en la tierra, pues al verlos a los ojos te veo a ti, y me siento bien cuando me dan las gracias, cuando me dicen que personas como yo hacen falta en el mundo y sobre todo en este país tan humillado y vejado por una camarilla de imbéciles que no saben todo en mal que nos hacen al hacer uso de su principio de autoridad que tanto he aborrecido desde que tengo conciencia de mi como un ser social.

Este juramento me ha condenado, sabes, hoy toda mi vida gira alrededor de este ideal de ayudar a quien se ponga en frente, mi esperanza radica en morir siendo justo y libre, pues la libertad es el bien más preciado para los que llevamos tatuado en el corazón la primera letra del alfabeto. Y si logro morir de esta forma, te juro, moriré tan feliz que nadie podrá arrancarme de mala manera esta última satisfacción.

Sin más por el momento, me despido de ti, esperando que te presentes en las mentes de mis hermanos que han perdido el hilo de las razones profundas de tu muerte. Sin más por el momento. Me pongo a tus órdenes y soy tuyo.

PD. A donde quiera que estés salúdame a gente afín a lo que creo, así cuando llegue yo, que bien a bien tal vez no falte mucho, me presentarás con ellos más fácilmente. Pero si estás en el cielo, tal vez nunca nos volvamos a ver, así que olvídalo.


Tu hijo Adolfo.

miércoles, 25 de febrero de 2009

Hoy Seguí Tu Rastro.

17 de enero del 2008.

¿Qué es poesía?, me dices mientra clavas en mi pupila tu pupila azul. ¡Qué es poesía! ¿Y tú me lo preguntas? Poesía … eres tú.
What is poetry?, you say As you fix my eyes with yours of blue. What is poetry!… You ask me that? Poetry… It is you!
Gustavo Adolfo Bécquer


Hoy seguí tu rastro con mis pensamientos. Tomado del pasamanos del tren, viajé más allá de donde él no podría llevarme jamás. Suspiro tras suspiro recordé los lugares donde paseamos juntos y vi a nuestras sombras aclarándose poco a poco.


El paisaje se presenta y todo me recuerda a ti, el árbol, la banca, las caras parecidas a la tuya. Seguí tus pasos pasados y me pregunto: qué será de ti hoy. Por qué camino andarás y si fuiste consecuente contigo. La mente me llevó raudo a ese viejo pedazo de banqueta frente a la escuela, donde te dije al oído que la luz del sol aclaraba más tus ojos y tú, inmediatamente, dejaste caer parte de tu pelo sobre tu cara por la pena que sentiste de un halago indudable.


Ahí, bajo la luz de ése árbol me jacte de estar contigo, me jacte de poseerte, de tenerte entre mis brazos cuando me pegara la gana. Hoy, años después, solo me queda sonreírle a tu ausencia y jactarme del pasado.


La mente también me llevó a caminar hacia la parada donde siempre esperábamos tu transporte. Tu beso de despedida era veloz, de súbito, por tu apuración de lograr subir sin que se fuera. Veloz, pero no por eso rico, entusiasta y cariñoso. Sabes, la peluquería sigue ahí, sí, esa donde amenazabas meterme si no me cortaba, ya, el pelo. Nunca lo lograste, me pondré orgulloso de eso, pero me dejaste una marca que es peor que un sucio corte militar.


Sabes, a veces quisiera olvidar todo mi pasado, desde las parejas hasta los malos recuerdos familiares, porque todo con el tiempo se vuelve una gran carga que ya no estoy dispuesto a soportar, pero no puedo dejarlos, están como pegados a mi, y creo que por ellos soy yo hoy así, si no me hubieran pasado creo que sería como cualquier hijo de vecino, así que los prefiero sobre todas las cosas.


El aire que toca mi cara, al avanzar el camino, me recuerda a cómo éste movía tu pelo a capricho y que te enojaba tanto que decidías recogerlo, eso me encantaba pues podía ver todo tu blanco cuello y desear como nada besarlo hasta hacerlo desaparecer como polvo.


Hoy, mi mirada siempre parece perdida, como tonta, como cansada. Estoy en una especie de letargo cuando pienso en el pasado, parece que duermo con los ojos abiertos y, absorto, estallan dentro de mi cabeza recuerdos y reflexiones hasta el hartazgo. Nadie sabe lo que tengo, a nadie se lo comento más que a ti, que en realidad no lo sabes, pues eres parte de ellos y el motivo por el que busco otra mejor a ti.


Las palabras que escribo las siento huecas, sin sentido, o sea, sin corazón hablante. Los bolígrafos se tapan, las hojas se acaban y las noches se me acortan tanto, que parece que algo quiere que deje todo esto por la paz. ¿Qué debo hacer? ¿Qué debo ahora decir?


Hoy floto por la ciudad como un fantasma que busca una segunda muerte, una definitiva. Un fantasma al que le extrajeron, gota a gota, el alma al ponerlo de cabeza. Este fantasma fastidiado sigue paseando y buscando rastros que lo lleven a algo que conoció no hace muchos años y que lo mantiene obsesionado:


Hoy seguí tu rastro por la mañana, con olor a tierra mojada y noche de algarabía embriagante. Cada paso que di fue una pista para buscar nuestro origen, un origen en un salón vacío y decenas de bancas como espectadoras de un show lujurioso, que culminó con una bocanada de cigarrillo estando acostados en el escritorio, sin ninguna necesidad de decirnos algo. El placer calla bocas.

lunes, 16 de febrero de 2009

Justo Anoche Soñé Con Voces.



13/08/2007 05:16 PM


Recuerdo que corría rápidamente por un campo de batalla lleno de cadáveres de hombres uniformados, con esa maldita pestilencia que a solo la muerte agrada. Yo, desesperado al no poder moverme, dentro del fango de la lluvia torrencial, buscaba en los rostros de esas gentes una familiar y la encontré: la mía, que tenía el vientre destrozado y las entrañas regadas a su alrededor.


Después del shock y con susurros de llanto trémulo, trate de recoger ese cuerpo al que la sangre había teñido de un rojo oscuro que me daba gran temor el simplemente ver.


-¡Deja de recordar cosas absurdas!
Decían las voces oscuras del olvido, que suelen envolver y succionar la memoria.


-¡Caminas muy lento!
Gritaba fuertemente el futuro al empujarme y tropezar con un hecho, de esos que definen.


-¡No los escuches!
Me decía otra voz, que no reconocí, que sacudió mi mente y pensé en seguir pero sin caminar, en seguir pero sin volar, en seguir, solamente en seguir con un cuerpo entre mis brazos que me reclamaba en cada paso una oración al dios mismo que lo puso en esa situación.


-Sabes, ayer soñé con voces que me aconsejaban, campos rojos y cuerpos pestilentes, ¿Qué me habrán querido decir? -

miércoles, 11 de febrero de 2009

Una Lágrima Filtrada.

Viernes, 19 de octubre del 2007.10:30 PM.


Fatalidad, signo cruel, en mi rodar se llevó
el más valioso poseer que tu querer me brindó:
el calor permanente de un cariño
que ávido como un niño de ti tanto esperé…


Las voces sin cesar y la música al fondo son un ambiente que lo confunde en su alto estado de embriaguez. Una lágrima aparece, deslizándose por su cabeza agachada, lentamente desde su ojo y poco a poco termina serpenteando por la punta de su ancha nariz, que al gotear, se filtra inevitablemente a la alcantarilla del lugar. De pronto, abre los ojos y ve un charco de cerveza que se hizo producto de un envase roto que algún bobo no pudo ya sostener más. También ve las grietas que se han formado por la presión de cientos de pisadas ebrias y torpes, que han dado varios por aquí.


Alza la cabeza lentamente ajeno a todo, y una mirada extraña lo acosa por momentos, él la ignora y ve, a lo lejos, sedente, a un hombre amigable y robusto, producto de años de trabajo animal, que canta y grita los coros que vienen de una bocina en la esquina de aquel patio que se ha transformado en un portal a la selva, una selva de concreto y mesas viejas que muestran uno de los extremos de una sociedad de la que ninguno de ellos, o casi ninguno, se siente ya parte, pero en que en realidad todos están inmersos hasta el tuétano.


-¡La burbuja del tercio! Él le dice a su amigo mientras éste bebe, pero no le hace caso y de nuevo se inclina lentamente y fija su mirada en el piso donde todo es seguro, donde todo estará bien por los próximos 100 años. Él siente que sus dudas son caminos empedrados que lo hacen tambalear y caer cada vez que deja de mirar donde pisa y osa a alzar la mirada. Pero se repite a sí mismo:


No te dejes caer, no dejes pasar, no dejes hablar, tal solo hoy,
tan solo hoy, no se pierde nada con intentar…


¿Cómo uno se puede sentir tan solo en medio del tumulto? Tantos jóvenes que gritan y gimen como bobos en un espacio que realmente los rechaza, pero que los ayuda a escapar una tarde a la realidad.


Toma, tembloroso, un cigarrillo y mira como el humo forma figuras que se desintegran en el aire que entra por las hendiduras entre las láminas que forman el techo. Piensa que no hay más qué hacer, está harto de todos y todo, pero sigue allí sentado, probando que realmente es igual a ellos, o tal vez más patético, porque está consciente de todo. Toma un sorbo más, se inclina hacia un lado y escupe el alma. De nuevo…


-¡No hay mañana para todos ustedes! grita una figura oscura y tenebrosa al instante que se disuelve en las sombras de ese viejo rincón donde, recuerda de súbito, ella lloró por él, donde ella empezó a morir lentamente por un par de palabras que fueron su perdición: Te amo. Las lágrimas que ella derramó son como puños que lo siguen golpeando fuertemente hasta el punto de quererse morir de pena. Dulces mariposas en el estómago, dulce cosquilleo de niño, esto es lo que sintió cuando ella lo besó la primera vez, él lo hizo torpemente pues no sabia que lado ocupar del beso, pero eso no importó porque, de imprevisto en ése instante, desaparecieron todos a su alrededor y solo quedó ella tomándolo que la mano para guiarlo a las sensación sublime del primer beso. Recuerda, también, que ese día, en la tarde, cada uno entró por su lado, pero que en la noche, salieron tomados de la mano y con un amor que duraría siempre. Hoy, simplemente, ése es un amor sin esperanza…


¿Por qué te fuiste mujer como un sueño fugaz dejando todo en mi ser una ansiedad pertinaz?
Ahora espero en las noches tu regreso al sitio donde un beso, fue chispa de mi fe.


Él sintió esa sombra chocarrera horas antes, cuando llegó, a lo lejos ella le hacia señas burlonas con la mano insistiéndole que se fuera de allí, que ése no era su lugar. Sus sosollos le llegaban directo a su oído como una tonada que se hundía poco a poco como sus sorbos al pasar por la garganta harta de la acidez. En ese instante, recibe un abrazo magno propinado por un extraño valeroso a punto de llorar, un abrazo fuerte que parece de despedida porque se encaminan, juntos, a la perdición.


-¡Hay mañana para todos!
¡No hay mañana para mí!
-¿Qué debo hacer?
-¿Qué debo decir?
-¿A dónde debo ir?



Hoy todo le confunde: ya no entiende esas palabras unidas que forman expresiones del lenguaje, él, ahora, habla con la pena y ríe con lágrimas.


Viejas y gratas amistades, las lisonjas son dulces palabras huecas de significado que enmarcan a las figuras patéticas que se han postrado en todos los rincones posibles del lugar. Ya nada les extraña, ya nada les sorprende, ya nada les espera, sólo su fin…


Ésta, que te describo lector, es otra noche en la ciudad, éstos son otros tipos en otro lugar, pero que en realidad es tu misma vida, tus mismas penas, tus mismas luchas, tus mismas palabras, pues, la misma mierda. En fin, la tuya es la misma lágrima que aparece, deslizándose por tu cabeza agachada, lentamente desde tu ojo y poco a poco termina serpenteando por la punta de tu nariz, que al gotear, se filtra inevitablemente a la alcantarilla de cualquier lugar y, ésta vez, se junta con la de él y con esto, ciertamente, es razón suficiente para hacerte su amigo…

¿Ya Recordaste?

8/08/2007 01:50 AM


¿Ya olvidaste lo que te conté aquel día?, espero que no, porque es muy importante para mi. Es de esas cosas que cuando joven te parecen absurdas e inútiles, pero ya viejo toman sentido poco a poco y muestran que la ignorancia es la peor enemiga del ser humano.


Ya sé lo que me vas a decir, que yo todavía estoy joven y que no se nada pero, ¿sabes?, puedes saltarte años y aprender de lo escrito por otros, donde nos muestran sus errores o ya sea en mejor caso, sus aciertos. También sé muy bien que crees que a veces soy muy presumido por lo que sé y quiero que sepas que lo siento, a veces pienso que uno termina haciendo lo que más critica pues vas, con el pasar de los años, viendo las ventajas de esto al atacarlo una y otra vez.


Pero ese no era mi punto, siempre termino yéndome por otro lado; el punto es que hace poco caminaba sólo por los pasillos de la escuela y de pronto me di cuenta que casi pisaba una hoja, de esas que suelen caer de pronto en esta bella época (otoño); así que la tome y la vi por un largo momento y pensé que era hermosa, simplemente hermosa, porque le vi cosas tan especiales que no puedo describir aunque tuviera todos los idiomas disponibles y una mágica manera de conjugarlos y lograr un lenguaje romántico universal. En fin, esto es lo que hablábamos antes, ¿ya recordaste?, sí, sobre las cosas que tienen la importancia que solamente tú les asignes, que nadie más pueda llegar y decirte qué es bello y qué no lo es, qué es verdad y qué es mentira.


¿No te parece bello esto? ¿Sí?, el poder ver lo maravilloso de todo y sentirte afortunado por haber pensado en el instante mismo que ése pedazo de luz cayó frente a ti y te hizo dichoso aunque solamente un poco. Ahora pedimos solo un poco, nada más...


Acaso ¿Qué saben ellos de esto? Si se la han pasado buscando salidas erróneas entre el dinero y el poder, ¿Qué saben ellos de la magia que surge cuando lees un libro o cuando admiran un viejo edificio colonial? ¿Qué saben ellos del sentimiento indescriptible de abrazar a un amigo mientras te llora diciéndote que te admira? ¿Qué saben ellos de admirar un amanecer y sentir en ese instante que todo puede mejorar para todos? ¿Qué saben ellos del dulce sabor de un beso en invierno o de una revolcada en las hojas del simbólico y nostálgico otoño? O ¿Qué sabemos nosotros de tratar de sobrevivir de la maldita miseria? ¿Qué sabemos nosotros de tratar de seguir adelante teniendo que pisar a tus amigos o a tu propia familia? Te juro que esto último no lo quiero saber, en verdad, no quiero.


Uno a veces piensa lo que deberían pensar los demás de uno y no reflexionas en lo que deberías de pensar de los otros, tan vez uno piensa que piensa diferente y tal vez no es así, no debemos caer en ese error, ya que en la raíz de muchos de nuestros males como jóvenes y como estudiantes. Deberíamos aprender a escuchar a los demás y persuadirlos, para que te escuchen al menos un poco, no creo que les cueste mucho, en verdad chaparrita, no lo creo.

viernes, 6 de febrero de 2009

El Dios Dantesco.

09 octubre del 2007.


Las luces de la recámara se apagan por la noche, cierras los ojos y empieza el viaje, ése viaje que jamás imaginaste que pudiera pasar hoy mismo, hoy cuando toda fortificación cae ladrillo a ladrillo como la ideología que antes ni siquiera habías entendido.


Sueles caminar por tus sueños como si fueras el amo y señor del mundo, y a la vez vuelas de aquí para allá, dialogas con hombres ilustres y fornicas con la rubia de tus sueños, esa que durante años concebiste como representante todo lo que odias, pero que en el fondo deseas como nada en el mundo. Eres un hombre lleno de contradicciones, pero ¿quién no? ¿Tú eres perfecto lector?


Vuelas por valles fabulosos, húmedos y verdes. El olor es casi inconfundible, ese olor que te remite al pasado, cuando corrías sobre el pasto mojado en el pueblo de tu madre, un pasto largo y frondosos árboles te guiaban a través del bosque mágico que es la niñez. Recuerdas, también, como si fuera ayer, la fina luz que se filtraba entre los ahuehuetes y te calentaba la frente pálida y de pronto, se recorría y te daba en los ojos y, por un momento, sólo por un momento, lograbas ver al dios que se le presentó a Dante en el cielo. Hoy, ya no eres pálido ni dios se te ha vuelto a presentar jamás, seguramente por tus blasfemias adolescentes en contra suya. Es lo justo diría yo.


Un mundo caníbal abajo, donde se devoran todos poco a poco mientras gimen de dolor, y a la vez de gozo, por saber que pronto todo acabara para todos. Cierras los ojos y en la oscuridad aparecen figurillas que saltan por todos los lados al difuminarse la luz. Suspiras y sale tu alma que se posa delante de ti y te hace una mueca a la vez que huye dejando un olor a sudor femenino. Es el principio del fin, las alas poco a poco se despluman como nieve que cae sobre la tierra, que al tocarla gime de excitación porque alguien desea hurgarla, porque alguien desea depositar su semilla fecunda y crear a un hijo de ella: un ser utópico.


¿Pero has pensado hacia dónde vas? La ignorancia te hará decir: ¡qué importa! Pero solo vuelas en círculos viendo las caras de extrañeza de los indígenas del pueblo que desde niño te parecían tan ajenas, un maldito otro mundo, descalzos, hambrientos y con una mirada perdida que decía a gritos ¡ayuda por favor, por el amor de dios!


Los signos pintados en los ejidos, que ves desde los cielos, son rutas de descenso para los viajeros, para los quiméricos que se cautivan y desean viajar por los cielos por la eternidad, una eternidad digna de vivir, sí, una eternidad con Moro o Erasmo o Dante. Tus alas nuevas no son de cera, son de hojas de libros que impulsan la imaginación y que no se incendian cerca del sol, no, es más, lo desafían, lo hieren y lo humillan…


Pero de pronto te sientes muy cansado, muy agobiado de no poder ya tocar el suelo y arrastrarte en él, las alas solo quieren descansar, ya no saben de utopías o de conversaciones largas con viejos sabios hombres ¡Basta!. Todo de pronto vuelve a su origen y el sol empieza a entrar sin invitación por la recámara, abres los ojos y hay que pelear también hoy por poder dormir tranquilo en la próxima noche…

jueves, 5 de febrero de 2009

Algo sobre el final del proceso.

BITÁCORA.
30 de abril del 2007.

El don de encender en lo pasado la chispa de la esperanza solo es inherente al historiador que está penetrado de lo siguiente: tampoco los muertos estarán seguros ante el enemigo cuando éste venza. Y este enemigo no ha cesado en vencer.
Walter Benjamín. "Tesis de filosofía de la historia". 1973
I

-Debes pensar bien lo que quieres estudiar, podrías ganar mucho dinero si te pones las pilas en esto- le dicen al joven mientras este cierra los ojos y se imagina no estar ahí, en estar lejos y lejos de las voces que no saben, de las voces que repiten por repetir sin reflexionar.
Si, está bien –les dice indiferente- y sale de la habitación frustrado por no haber podido decirles lo que realmente quiere estudiar por temor a la crítica familiar.

El joven sale de su casa justo a la una y media, como siempre, y se encamina al trabajo mientras piensa qué le depararía el futuro de escoger esa carrera que tanto le agradó cuando se enteró de ella.

Después:

¿Usted sabe joven?, que la vida siempre te trata mal cuando ves por alguien que no sea de tu familia –le dice un viejo al limpiar juntos un molino de la fábrica- Para uno -continua el hombre- todo puede irse al diablo menos tu mujer y tus hijos ¿no es cierto?
Si jefe, es cierto- responde el joven mientras se voltea dándole la espalda y pensando que el viejo debería ser el único en irse al diablo.

Hoy es el último día –le dice su amigo Enrique por teléfono- ¿entonces sí vas a escoger Historia como me dijiste?
Claro
-le contesta nuestro joven- lo decidí hace más de un mes, pero todavía no lo digo en casa y justo ahora iba a ir a meter la solicitud.
Pues entonces suerte –le dice el amigo- y que te sirva bien hermano.

Meses después el joven checa las listas y se ve incluido entre los aceptados. La noticia fue recibida en la familia con indiferencia. El joven piensa que tal vez ellos hubieran preferido que no quedara, para que así reflexionara sobre una “correcta” carrera. No le gusta esto que piensa, pero no lo puede sacar de su mente, quiere pensar que su familia no es así. Decide borrarlo.

Al final de su carrera, el joven sabe que su familia igualmente la tomará con indeferencia. No obstante la situación intelectual y reflexiva hacia sí mismo y hacia lo demás se ha acrecentado en estos cuatro años más que en toda su vida. Está contento nuestro joven y tiene pensadas hacer muchas cosas con esta herramienta (y claro, arma) que tal vez la vida no le va a alcanzar.

Años atrás.

Se sienta en un puente, al salir del trabajo, y empieza a pensar sobre lo quiere hacer, busca respuestas que no están, según él, en la gente común con los que se relaciona. Necesito, se dice, relacionarme con gente inteligente y aprender de ellos. Caminar sobre sus pisadas y hacer las mías más grandes, más profundas y más humanas. La noche siembra en el cuerpo del joven un frío inusitado de incertidumbre.

II.

Debes caminar a mi lado por siempre –le dice ella mientras están sentados en su sala,- tú provocaste que me fijara en ti y ahora te alejas poco a poco como un alma que huye del cuerpo. Tic, tac, tic, tac, el reloj marcan las once y él sabe que tendrá que irse a su casa caminando.

Recuerdos. La primera vez que entró a su casa, ella le dio un vaso muy, pero muy dulce de agua de jamaica que acababa de hacer. Él no le dijo nada, los ojos de ella lo volvían loco. Le dieron ganas de orinar, miró detenidamente su baño con olor a pino y un enorme espejo donde seguramente ella se miraba todos los días antes de salir a la escuela. Donde comprobaba la razón de que por años y años los hombres la persiguieran, la perfección hecha mujer. La perfección todas las mañanas se miraba y se despedia con un beso antes de cerrar la puerta.

-Gracias,- le dijo él, mientras le miraba sus brazos blancos y recorría su cuerpo poco a poco hasta lograr ver su sonrisa de oreja a oreja que lo hacía morir, que lo derretía en un mar de deseo profundo. Qué hacía ella –el joven pensaba- tan bella con un chico como yo, que no se molesta por cambiar de ropa de un día a otro…

El día.
Él decide acabar lo que él mismo inició meses atrás al verla pasar frente a él leyendo un libro de Rius sobre Marx.
-¿Te gusta Ruis?-
-Sí, mucho, tengo un chingo de libros de él- ella le contesta.
-¿hacia dónde vas?-
-al metro-
-Te acompaño, bueno, yo también voy para allá- dice él temblorosamente.

-La historia siempre te ha gustado,- le dice ella meses después, ya juntos como pareja.
¿Recuerdas cuando corregiste al maestro por haber dicho que la Revolución Francesa fue en 1689? Te miró con ojos de asesino y tuvo que corregirse.
, le contesta nuestro joven, pero yo me incomode más porque todos me miraban, sentí la sangre subir a la cabeza tan rápido que decidí agacharme a escribir cualquier tontería. Sabes, también sentí tu mirada con esa sonrisa que estás haciendo ahora, tenía tanta pena de hablarte, eras imposible, eras…
-Adiós flaco- ella le dice mientras le manda un beso y entra a su casa, desde afuera él puede ver como se deja caer sin más ni más sobre su negro sillón.
-Adiós mujer- le dice él sabiendo que ya no será nada igual, pues ella se queda y él se va de la escuela para no regresar.

III.

Ella me fascinó- se confiesa cuatro años después, ya en la universidad. En medio del bullicio del bar escolar decide echar mano de su libreta y su pluma y escribe rápidamente:


Todas las noches regresa tu recuerdo
como un fantasma que se burla y mofa despiadado
de todo lo que yo nunca te dije.

Tu aroma, que ahora ya es mío, me susurra,
me estremece y se impregna en mi habitación
que tú jamás ocupaste, que tú jamás imaginaste.

Esa habitación por la que tanto te hice pasear
de rincón a rincón, explicándote todo mil veces.
Mil veces tus ojos verdes sobre mis ojos,
mil veces tu rostro liso y pálido sobre el mío.

La habitación, que te deseó acoger
con su linda y sobria calidez,
me rechaza cuando la burla regresa
y me consuela cuando la realidad me golpea
y vuelve a amanecer también hoy.

Hoy, por fin, entiendo bien tus respuestas a mis preguntas,
hoy caminamos juntos años después sin que te des cuenta,
pero yo continúo siguiendo tu olor a mujer
y lo llevo a la habitación
mientras converso contigo de cosas que nunca sabrás…


IV.


-¿Que haces? le dice su amigo Dante.
Nada, sólo escribo algo que recordé de alguien. -le contesta nuestro joven estando sentados en el bar.
-Toma un sorbo más y te sentirás mejor- le dice Dante mientras el joven guarda su cuaderno rápidamente para que no lo incomode al pedirle que se lo lea.
-¿Dónde quedaron las caras conocidas que vimos aquí durante años?-
-Donde estarán las nuestras en pocos meses, lejos de aquí- contesta Dante a la vez que recibe la botella, toma un suspiro y bebe sin parar.
El joven lo mira pensando en lo que realmente pudo haber aprendido su amigo en cuatro años aquí.
-Todo lo sabias,- le dice el joven en voz alta, tú todo lo sabias Dante, esto fue pan comido para ti.

Dante lo mira sonriente, lo toma del hombro y le contesta: no sabía que había chavos tan inteligentes como ustedes. El joven calla.

El humo del cigarrillo ha puesto amarillos sus dedos. La cerveza produce estragos en el nervio motor y los obliga a caminar vacilantes, cada quién, hacia el baño. Ida y vuelta, vuelta e ida. No se cansan.

-Los cuatro años más productivos en mi vida- responde el joven a la pregunta de ¿qué te ha dejado este paso por la facultad? Más. -Una satisfacción enorme porque constantemente me probaba a mí mismo con superar al yo de ayer, a regañarlo por no prepararme lo suficiente-
-Ja, ja, ja-
ríe Dante y le frota la cabeza jugueteando. Le tira la gorra.

Dos, tres y cuatro horas después el joven escucha las risas de los demás como un fondo telonero a una obra patética, ebria y torpe donde ellos caminan por el escenario tambaleantes como primerizos pero a la vez veteranos como para querer dejarlo atrás.

El líquido le raspa la garganta que desea sacar todo, que desea claudicar por la paz y por el bienestar de una vida común. Él toma la botella, la aprieta con fuerza y da el último sorbo. Es tarde, hay que descansar y escribir un poco…

lunes, 2 de febrero de 2009

El Loco Sueño en unas Mentes Bobas.

Noche del 31 de diciembre del 2007.


Cuando la luna ilumina, a través de la ventana, con todo su esplendor tu faz, ya sabes bien qué va a suceder, te sientas y las hojas amarillas, que ella te obsequió sin darse cuenta, o sea, las que nunca le regresaste, toman vuelo y te rodean para que al azar tomes una y así escojas la adecuada; tomas un respiro, miras su fotografía y, de súbito, tu mano se conduce como loca, traza líneas que forman letras, después palabras y éstas a su vez oraciones que dicen más de lo que cualquiera pueda comprender. Uno de los libros a tu lado se abre y de él sale una mano que te invita a acercarte, mientras repasas las líneas de viejos vates que se quejan de su miseria e infelicidad. ¡Bendita noche! ¡Dulce soledad!


Toses debido a la baja de temperatura que se da a esas horas de la madrugada, y en tu ventana juguetea por fuera un pequeño príncipe que sigue buscando respuestas que los humanos no somos capaces de dar; miras cómo tu mano tiembla y piensas que te estás volviendo loco por escribir cosas sin sentido, cosas que sólo los magnánimos hombres podrían entender, pero no porque te ufanes de ser bueno escribiendo, sino porque sabes mostrar el cómo debe escribir el corazón, sí, esa masa de tejido que solloza cuando la nena sufre, que se abruma cuando la chica te dice que eres lo mejor que ha tenido en la vida y el que te obligó a llorar, sigilosamente, en la cárcel cuando la metiste en un lío.


Hay veces que quisieras salir de la vida de todos, transformarte mágicamente en solo un sueño en sus bobas mentes, un sueño que se quedó corto, que exigió una segunda parte, una nueva oportunidad de ser un mejor tú, para lograr ayudarlos a redimirse a sí mismos. Esos mismos que te dicen que no es bueno estar tanto tiempo solo con las penas que uno va juntando, y peor: cargándolas; pero, raudo, les contestas que la soledad no es mala por sí misma, pues se transforma en aliada segura cuando de ella sacas reflexiones y conclusiones que te lleven a algo, a una nueva brecha que de pronto surja de entre los confusos ramales propios de la duda infinita, y en ese momento, tu carga se disuelve…por un tiempo, claro.


Las estrellas son luces que chocan en tu escritorio mientras escuchas a lejos los ronquidos de tu madre exhausta de trabajar por alguien que pierde el tiempo en escribir boberías. Las figurillas se vuelven a formar a través de las fumarolas que das con el cigarrillo, parecen cuerpos alargados con la cabeza mirando hacia arriba, como si supieran hacia donde irán, sí, al techo donde se ha formado una fina capa de humo de las largas bocanadas que has dado con el tiempo, sentado buscando respuestas con los pasados, con las grandes y pequeñas figuras que te han forjado con los años.


En fin, de nuevo aparecen por tu puerta, e inmediatamente, te palmea en la espalda el célebre Nigromante que te felicita por dejar salir el corazón de nuevo, y de tu otro extremo el Duque de Job te increpa por no utilizar correctamente la gramática española. Miras como se alejan juntos poco a poco dejando un rastro con un apacible olor al siglo XIX en tu habitación. Esta noche fue buena, pues escribiste unas cuantas cuartillas sobre lo que crees ser y de nuevo te visitaron grandes hombres a través de las hojas de sus libros, y te das cuenta que a su vez ellos fueron visitados por otros genios más antiguos, más majestuosos en verdad. Es hora de descansar, cerrar los libros, guardar las plumas, apagar la luz y cobijarte con la imaginación, sí, tu única acompañante ya…