viernes, 29 de mayo de 2009



Entiendo lo que me basta
y solamente no entiendo
cómo se sufre a sí mismo
un ignorante soberbio.

De cuantas cosas me cansan
fácilmente me defiendo;
pero no puedo guardarme
de los peligros de un necio.

El dirá que yo lo soy,
pero con falso argumento,
que humildad y necedad
no caben en un sujeto.

-- Lope de Vega

lunes, 18 de mayo de 2009

Me deshago en el camino

11 de Mayo del 2008.




Una vez sucedió por la noche que, estando despierto en la cama, empecé de pronto a recitar versos, versos dema­siado bellos, demasiado singulares para que yo hubiera podido pensar en escribirlos, versos que a la mañana siguiente ya no recordaba y que, sin embargo, estaban guardados en mí como la nuez sana y hermosa dentro de una cáscara rugosa y vieja.
¿Cómo no había yo de ser un lobo estepario y un pobre anacoreta en medio de un mundo, ninguno de cuyos fines comparto, ninguno de cuyos placeres me lla­ma la atención?


El Lobo Estepario.
Hermann Hesse.




Mis palabras escritas son un dolor a flor de piel.
Son escritas con sangre escurrida de mi nariz.
En ella van cientos y cientos de historias
y hechos que Jamás podré borrar.
Penas, alegrías y escenarios que bombardean
mi pensamiento simple y ligero,
son dolores que oprimen mi frágil pecho y me hacen llorar.

Yo lloro todo el tiempo, por ejemplo,
al ver el amanecer, al ver el anochecer,
al sentirme bobo e ignorante.
Dejo la sonrisa que tengo como careta cotidiana
para salir de mi vida normal para llorar
por alguien que no conozco,
quien no debería importarme
pero que es por él que más lloro.

Me deshago en el camino,
me destrozo en fragmentos
mil partes vuelan por los cielos
y terminan en banquetas
y árboles para llorar por siempre.

Busco la soledad,
ella no me cuestiona, solo me habla,
y me habla de lo que debí ser,
y por lo que renuncie
por una palabra del alfabeto.

-Debes dejar el pasado-
Me dice el susurro ligero
del viento que roza mi pelo,
y estremece mi ser.

-Debes iniciar de nuevo-
Me dice mientras veo a la
gente subir y bajar el puente
presurosos por la lluvia.

Y, rauda regresa esa frase
que cambió mi vida de la noche a la mañana:
“Caminar sobre sus pisadas y hacer las mías más grandes,
más profundas y más humanas.”

Todo tiene un fin, pero porque tuvo un origen
que debemos encontrar o morir en el intento...

No Más Mariposas y Flores en mi Pensamiento.


27 de abril del 2008.

Las mujeres suelen, si reciben un mal,
escribirlo sobre el mármol; si un
bien, en el polvo.
Thomas Moorees.



Hoy me declaro fiel enemigo de los puentes para inválidos. Pero también me declaro un incauto por tratar de buscar respuestas que ella ni siquiera se ofreció a dar. ¿Por qué tengo que pagar yo estupideces que otros hombres le han hecho? Por qué se me negó el derecho a la inocencia como simple hombre. Yo no le hice nada y fui al que peor pagó.

En esa parada de autobús, en un lugar que ni siquiera conozco, ella me dijo que yo recibiría pedazos en desorden de un corazón despedazado por un par de bobos como los hay por doquier. La lluvia, esa maldita lluvia que me presagia siempre desastre, empezó a golpear nuestras cabezas como telón final a un patético naufragio antes de zarpar. Le apresure a subir, pues ya no había más que decir: habló su pasado y afectó, claro, mi futuro. Un beso en la mejilla, tan distante como los lugares en que cada uno vive, fue el adiós. Frío.

Quise salir corriendo y perderme entre esas nubes negras para no volver jamás a un lugar donde en realidad no estuve. Subí ese puente inmenso, con lozas largas que, lo juro, sentí nunca acabar. Las gotas de lluvia gruesa golpeaban mi cabeza como los recuerdos de sus últimas palabras. Era un cosquilleo frustrante que me provocó rabia y ganas de tragarme la tierra mojada hasta saciarme de la asquerosidad que fue exactamente como ella me hizo sentir. El cigarrillo se apagó por la lluvia y juré fumarme millones por siempre, por rencor y frustración hacia ella. Las gotas de lluvia también mojaron las micas de mis lentes y resultó simbólico, pues su figura fue desapareciendo de mi vista gota a gota.

No más mariposas y flores en mi pensamiento. No más ojos lindos y actitudes que yo creía buenas.


No acepté sus pedazos de corazón y ella, simplemente, se fue. Se fue lejos a llorarle a figuras bobas de lo peor que tiene la humanidad. Me cambió por una idea, por un recuerdo que ni siquiera es bueno. Es humillante, en verdad lo es.