lunes, 21 de julio de 2008

Dice mi Sobrina Frida sofia que...

26 de Mayo del 2008.

Dice mi sobrina Frida Sofía, que cuenta solo con cuatro años, que los árboles caminan cuando uno no los ve, dice también que su pez dorado vio, el año pasado, entrar a santa Claus por la ventana, también suele, por las tardes, invitarme a sus fiestas de té solo sí, y solo sí llevo unas galletas rellenas de chocolate. Mi sobrina dice cosas tan hermosas y tan inocentes que a veces me provocan nudos en la garganta y me hacen llorar, volteo la cara para que no me vea y ella, rápido, me la jala y me pregunta que por qué lloro, me dice que si hizo una cosa mal, yo, igual de rápido, le respondo que no, que para nada, es más, que todo lo que me dice me hace muy pero muy feliz, y que lloro porque no quiero que cambie para nada durante su vida.

Le contó a una amiguita que yo siempre hablo mal de dios, y esta niña le dijo que su tío se va a ir al infierno, ella, asustada, me dijo que dejara ya de hacerlo, pues allá abajo hace mucho calor y que ella sabe bien que me sofoco fácilmente, y que aparte, le será muy difícil irme a visitar y llevarme mi comida favorita.

Mi sobrina Frida Sofía suele llorar con las películas tristes de Wald Disney y no logra entender el por qué hay gente tan mala, yo no sé responderle pues yo sigo preguntándomelo con mis 25 años a la espalda, termino dándole la vuelta y mintiéndole con respecto a que los buenos siempre vencen a los malos, ojala fuera así…

Tiene los ojos más profundos y significativos que los míos hayan visto, su sonrisa es forjadora de esperanzas y de flores en el campo lindo de su niñez. La beso y es como si besara a la pureza misma, la abrazo y es como si abrazara a toda la gente buena de este mundo, ella es mi luz, ella es mi esperanza de cambiar este mundo maldito.

Te quiero mucho bebe, mi lindo y preciado tesoro…

Tus palabras eran tan distantes...

23 de abril del 2008.

Esa tarde fría de diciembre, sentados en una banca del parque cerca de tu casa, mirábamos el ir y venir de los niños jugueteando con pelotas y bicicletas. Ellos no notaban que todo lo nuestro se caía en pedazos como un castillo de arena mal construido y sin un ser extraño en el foso que cuidara sus flancos.

Tú y yo, sentados no sabíamos qué decirnos. Los dos queríamos con toda razón poder salir corriendo cada uno por su lado y olvidar lo incómodo de aquel momento. Tú querías huir, creo, porque no estabas segura si todavía me querías, yo quería huir porque no estaba seguro de que ya no te quería.

Tus palabras eran tan distantes como si estuvieras hablando frente a mi tumba días después de enterrado, reclinada en la cruz, sollozando y limpiándote las lágrimas. Las palabras que yo te enviaba eran como ecos que viajaban por la nada y sin ningún destino. Sin receptor, la emisión no existe, sin tus palabras mi ser no era nada humano.

Mi mano quiso alcanzarte una vez más, tocarte la cabeza y sentir tu calor como el calor de tu entrepierna de la que tantas veces gusté; pero pasó de largo, se fundió con tu cuerpo y te partí en dos. Fue gracioso, pues nunca lo notaste. Yo te partí y tú me arrancaste el corazón.


Tu presencia era tan traslúcida que podía ver a los niños en sus bicicletas pasar detrás de ti. No sé qué tenías, en verdad, no lo sé. Nunca estuviste, creo, ahí; tal vez eras otra, no, tal vez te imaginé y por eso tu presencia incompleta, falta de todo.

Miradas esquivas y ademanes fríos. El humo de mi cigarrillo, por primera vez en el par de años que estuvimos juntos, te provocaba molestias y hacías gestos de descontento. Estabas harta de mí y de todo lo que yo, antes de ese día, representé para ti.

Por mi parte, yo decidí fundirme con el letargo y echar un gran grito sigiloso que te hiciera cimbrar tus fibras más íntimas hasta hacerte evaporar de allí, y dejarme solo con tus restos, pues yo sabría muy bien qué hacer con ellos.

Me despedí sin mirarte a los ojos, me dijiste adiós tan convencida que ya no quise decir más. Yo me alejé un metro, y tú, ceñida de un escudo protector, te esfumaste cuando solo eras un punto en mi lejano horizonte de la vida. El sonido de la hojarasca al crujir durante tu caminar fue el último sonido que escuche de ti…

Dónde estás hoy?: en otros brazos.
Qué ojos miras?: los de otro.
A quién sigues con tu mirada?: a uno.
A quién escuchas poniendo tu sonrisa divina?: seguramente a un bobo.
Por quién respondes hoy?: por él.
Nunca más.

El joven promete una vez más, dejar de pensar en ellas.

He Estado Recordando Viejos sucesos...

21 de Julio del 2008.

He estado recordando viejos sucesos, viejos sucesos que al pasar el tiempo no caben ya, en el rigor cotidiano. Esos sucesos no son imágenes definidas como el recuerdo de ayer cuando comía con los amigos en el puesto afuera de la facultad, no , esos sucesos son borrosos , confusos y algo cortados. Quisiera entender el por qué mi mente los trae hasta hoy, ya que son cosas de la cotidianeidad, o al menos eso creo, que no siento significado en ellos.

Las cosas son así: algún objeto o algún lugar me traen a la mente esos sucesos, yo me quedo pensándolos y cuando doy en cuenta ya han pasado cinco o seis minutos. Esto estaría muy chido si encontrara la razón verdadera del regreso de esos sucesos pasados, pero para mi pinche desgracia me quedo en tablas (en mi lucha contra ellos) y lo voy olvidando poco a poco.

Hace unos meses, un amigo me recomendó que los escribiera uno a uno y que ya teniéndolos juntos, frente a mi y mi narizota (así me dijo el muy mierda) tratara de buscarles, primero, coherencia por sí mismos y, después, relación entre ellos. Pero mi amigo no contaba con mi limitado conocimiento psicológico y no encontré relación entre ellos ni mucho menos coherencia por si mismos. Así que decidí, dando un golpe al escritorio, renunciar a esos espectros chocarreros del pasado mío, que bien a bien, parecen de otro hombre.

En la sierra, en el río, entre los árboles frondosos son los escenarios de la mayoría de ellos, única relación. El sentimiento de desconexión y de frustración de mi vida en la ciudad, son el sentimiento de varios, no todos. Y la búsqueda de un mejor mañana es lo que me provocan la mayoría, hoy aquí sentado.

La música, si, la música y sus lindas variantes, sus altos y sus bajos, como un grito de desesperación de los indios en la sierra norte de puebla. Acalla todo, otorga un silencio breve y estalla el dolor del indio, un dolor profundo terminal, tal vez una despedida. Este es un suceso pasado, ¿me ayudas a descifrarlo?