miércoles, 11 de febrero de 2009

Una Lágrima Filtrada.

Viernes, 19 de octubre del 2007.10:30 PM.


Fatalidad, signo cruel, en mi rodar se llevó
el más valioso poseer que tu querer me brindó:
el calor permanente de un cariño
que ávido como un niño de ti tanto esperé…


Las voces sin cesar y la música al fondo son un ambiente que lo confunde en su alto estado de embriaguez. Una lágrima aparece, deslizándose por su cabeza agachada, lentamente desde su ojo y poco a poco termina serpenteando por la punta de su ancha nariz, que al gotear, se filtra inevitablemente a la alcantarilla del lugar. De pronto, abre los ojos y ve un charco de cerveza que se hizo producto de un envase roto que algún bobo no pudo ya sostener más. También ve las grietas que se han formado por la presión de cientos de pisadas ebrias y torpes, que han dado varios por aquí.


Alza la cabeza lentamente ajeno a todo, y una mirada extraña lo acosa por momentos, él la ignora y ve, a lo lejos, sedente, a un hombre amigable y robusto, producto de años de trabajo animal, que canta y grita los coros que vienen de una bocina en la esquina de aquel patio que se ha transformado en un portal a la selva, una selva de concreto y mesas viejas que muestran uno de los extremos de una sociedad de la que ninguno de ellos, o casi ninguno, se siente ya parte, pero en que en realidad todos están inmersos hasta el tuétano.


-¡La burbuja del tercio! Él le dice a su amigo mientras éste bebe, pero no le hace caso y de nuevo se inclina lentamente y fija su mirada en el piso donde todo es seguro, donde todo estará bien por los próximos 100 años. Él siente que sus dudas son caminos empedrados que lo hacen tambalear y caer cada vez que deja de mirar donde pisa y osa a alzar la mirada. Pero se repite a sí mismo:


No te dejes caer, no dejes pasar, no dejes hablar, tal solo hoy,
tan solo hoy, no se pierde nada con intentar…


¿Cómo uno se puede sentir tan solo en medio del tumulto? Tantos jóvenes que gritan y gimen como bobos en un espacio que realmente los rechaza, pero que los ayuda a escapar una tarde a la realidad.


Toma, tembloroso, un cigarrillo y mira como el humo forma figuras que se desintegran en el aire que entra por las hendiduras entre las láminas que forman el techo. Piensa que no hay más qué hacer, está harto de todos y todo, pero sigue allí sentado, probando que realmente es igual a ellos, o tal vez más patético, porque está consciente de todo. Toma un sorbo más, se inclina hacia un lado y escupe el alma. De nuevo…


-¡No hay mañana para todos ustedes! grita una figura oscura y tenebrosa al instante que se disuelve en las sombras de ese viejo rincón donde, recuerda de súbito, ella lloró por él, donde ella empezó a morir lentamente por un par de palabras que fueron su perdición: Te amo. Las lágrimas que ella derramó son como puños que lo siguen golpeando fuertemente hasta el punto de quererse morir de pena. Dulces mariposas en el estómago, dulce cosquilleo de niño, esto es lo que sintió cuando ella lo besó la primera vez, él lo hizo torpemente pues no sabia que lado ocupar del beso, pero eso no importó porque, de imprevisto en ése instante, desaparecieron todos a su alrededor y solo quedó ella tomándolo que la mano para guiarlo a las sensación sublime del primer beso. Recuerda, también, que ese día, en la tarde, cada uno entró por su lado, pero que en la noche, salieron tomados de la mano y con un amor que duraría siempre. Hoy, simplemente, ése es un amor sin esperanza…


¿Por qué te fuiste mujer como un sueño fugaz dejando todo en mi ser una ansiedad pertinaz?
Ahora espero en las noches tu regreso al sitio donde un beso, fue chispa de mi fe.


Él sintió esa sombra chocarrera horas antes, cuando llegó, a lo lejos ella le hacia señas burlonas con la mano insistiéndole que se fuera de allí, que ése no era su lugar. Sus sosollos le llegaban directo a su oído como una tonada que se hundía poco a poco como sus sorbos al pasar por la garganta harta de la acidez. En ese instante, recibe un abrazo magno propinado por un extraño valeroso a punto de llorar, un abrazo fuerte que parece de despedida porque se encaminan, juntos, a la perdición.


-¡Hay mañana para todos!
¡No hay mañana para mí!
-¿Qué debo hacer?
-¿Qué debo decir?
-¿A dónde debo ir?



Hoy todo le confunde: ya no entiende esas palabras unidas que forman expresiones del lenguaje, él, ahora, habla con la pena y ríe con lágrimas.


Viejas y gratas amistades, las lisonjas son dulces palabras huecas de significado que enmarcan a las figuras patéticas que se han postrado en todos los rincones posibles del lugar. Ya nada les extraña, ya nada les sorprende, ya nada les espera, sólo su fin…


Ésta, que te describo lector, es otra noche en la ciudad, éstos son otros tipos en otro lugar, pero que en realidad es tu misma vida, tus mismas penas, tus mismas luchas, tus mismas palabras, pues, la misma mierda. En fin, la tuya es la misma lágrima que aparece, deslizándose por tu cabeza agachada, lentamente desde tu ojo y poco a poco termina serpenteando por la punta de tu nariz, que al gotear, se filtra inevitablemente a la alcantarilla de cualquier lugar y, ésta vez, se junta con la de él y con esto, ciertamente, es razón suficiente para hacerte su amigo…

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