Me gusta mirar el humo del cigarrillo suave elevarse lentamente. Tomar café negro e infusión obsequiados de mis amigos. Me gusta su mirada sonriente mientras yo muero ahora porque me deje abrazarla por lo menos una última vez.
Mirar a mis amigos a través del fondo del vaso de alcohol mientras ríen de aturdimiento y vacilan sus pasos. En soledad me gusta pensar en una vida en el bosque y sus fríos invernales que congelan los huesos. Me pienso caminando y mirando y saber que todo al final de cuentas saldrá bien. Me gusta ver leer a los demás y pensar en la inmensidad del cosmos mirando a una hormiga caminar sobre mi brazo.
Yo cierro los ojos y veo todo lo que me pasó. Las mujeres que me han devorado, los amigos que me han levantado y las miradas extrañas en las que me reconozco al cruzarme en el camino de las personas.
Suspiro, y al suspirar me siento parte de todos, y que de alguna manera extraña les hago falta, que necesitan de mí.
En fin, me gusta estar.