"¡No hay justicia para los pobres en América!
... ¡Oh, compañeros míos, continuad vuestra gran batalla! ¡Luchad por la gran causa de la libertad y de la justicia para todos! ¡Este horror debe terminar! Mi muerte ayudará a la gran causa de la humanidad. Muero como mueren todos los anarquistas, altivamente, protestando hasta lo último contra la injusticia.
... ¡Por eso muero y estoy orgulloso de ello! No palidezco ni me avergüenzo de nada; mi espíritu es todavía fuerte. Voy a la muerte con una canción en los labios y una esperanza en mi corazón, que no será destruida..."
Nicola Sacco (1891-1927)
De niño yo los vi pasar frente a mi,
yo los vi ataviados con consignas
y cargando sus enormes banderas negras.
Creo que ya no somos los mismos,
tenemos otras caras pero los mismos dolores.
Unos ríen y nos escupen,
otros callan y pasan agachados.
-¿Hasta cuando aguantaremos?-
Me dijo esa anciana frente al parque.
Me miraba las orejas y
exploraba mis respuestas.
Yo a veces pienso que nacimos cansados,
que crecimos hartos
y que moriremos insatisfechos.
-No hay otra salida para nosotros-
Él me lo dijo antes de morir.
Lo obligaron a dejar de respirar.
Le dispararon por ser digno,
lo mataron por amar demasiado a su mujer e hijos.
Yo a veces pienso que nada ha valido la pena,
a veces siento que me arrastro
entre el lodo con un traje blanco.
Abigail cree que somos especiales,
que merecemos vivir en paz
-Los que no hacen daño merecen vivir en paz-
me dice mientras coloca su cabeza en mi pecho
y yo enredo mi dedo en sus chinos rojos,
imaginándola descalza caminando al lado de un río.
Yo a veces creo que soy un pesimista.
Hace poco platiqué bajo la sombra de un árbol
con ese sabio Gringo Viejo
con ese sabio Gringo Viejo
y me dijo fehacientemente
al mirarme a los ojos:
al mirarme a los ojos:
-Sin duda venceremos Adolfo-
Yo solo le sonreí y me sentí menos por no creer en ello.
Me duele tanto vivir entre ellos,
me ha afectado vivir entre ellos,
que creo que por fin me han vencido...